Una CPU con gráficos integrados (IGP) combina un procesador y una unidad de procesamiento gráfico en el mismo chip, eliminando la necesidad de una tarjeta gráfica dedicada. Este diseño es popular en sistemas económicos, PC compactas y portátiles, donde el espacio y el costo son factores importantes. Los gráficos UHD de Intel y los Iris Xe, así como los Radeon Vega y los IGPs basados en RDNA 3 de AMD, ofrecen distintos niveles de rendimiento. Las APU (Unidades de Procesamiento Acelerado) Ryzen de AMD, como la Ryzen 7 7840U, incluyen gráficos RDNA 3 que pueden manejar juegos ligeros a configuraciones bajas en 1080p, haciéndolas adecuadas para títulos como Minecraft, League of Legends o Stardew Valley. Los Gráficos Iris Xe de Intel, presentes en procesadores más avanzados como el Core i7-1260P, ofrecen un mejor rendimiento que los gráficos UHD tradicionales, soportando reproducción de video en 4K y tareas gráficas moderadas. Los gráficos integrados dependen de la memoria del sistema (memoria compartida) para la VRAM, por lo que el uso de RAM de doble canal (dos módulos de memoria) mejora significativamente el rendimiento al aumentar el ancho de banda. Aunque no son adecuados para juegos de alta gama ni trabajos gráficos intensivos, las CPUs con gráficos integrados son ideales para tareas cotidianas como navegar por Internet, trabajar con aplicaciones de oficina, transmitir medios y editar fotos ligeras. También sirven como solución temporal para usuarios que esperan comprar una GPU dedicada o como respaldo en caso de fallo de la GPU. Las últimas generaciones de IGPs, especialmente las APUs de la serie 7000 de AMD, cierran la brecha entre gráficos integrados económicos y GPUs dedicadas de entrada, ofreciendo suficiente rendimiento para juegos casuales y productividad sin el costo adicional y consumo de energía de una tarjeta discreta. Esto las convierte en una opción versátil para una amplia gama de usuarios, desde estudiantes hasta constructores de HTPC que buscan una solución compacta y eficiente.